Hoy en día, nadie duda ya de las implicaciones y relaciones existentes entre cuerpo y mente. El cerebro controla nuestros músculos y nuestros movimientos.
En el ámbito del deporte, si nuestra mente funciona correctamente, lo normal es que el cuerpo responda correctamente y nos permita alcanzar un objetivo o una meta determinada.
Cada vez con mayor frecuencia, los equipos deportivos de élite de cualquier deporte recurren a los servicios de un psicólogo deportivo para optimizar el rendimiento en las competiciones.
Numerosas variables psicológicas inciden en la productividad de un deportista y el adecuado control de éstas se hace indispensable para maximizar su eficacia.
El estrés, el miedo, el éxito, la ansiedad, la concentración, el auto-control, la relajación, la confianza, la propia personalidad, son factores que el deportista debe aprender a gestionar satisfactoriamente.
Además, otras implicaciones como la familia, el dinero, el entorno y las presiones sociales, el descanso, la alimentación, la climatología implican gran cantidad de esfuerzo mental.
La cultura social del país o los hábitos de vida son circunstancias básicas en el rendimiento.
En países tan lejanos como China, el deportista de élite es un profesional que vive al 100% dedicado al cuidado de su cuerpo y no se permite pequeños momentos de relax y de ocio o salidas nocturnas como sucede frecuentemente en España.
En México, el simple hecho de que un deportista consuma una cerveza está mal visto por los aficionados y su enfervorecida pasión y puede dar lugar a reproches, cuando aquí es algo habitual y sin mayor trascendencia ya que es parte de nuestro modo de vida.
Un ejemplo típico son las concentraciones pre-competición de los equipos. En los desplazamientos para jugar de visitante, los equipos deben amoldarse a una serie de situaciones que les son externas, desconocidas y suelen obtener peores resultados.
El equipo local juega con ventaja al conocer el entorno y no tener que habituar al organismo a lo extraño del terreno de juego, el viaje que suele ser pesado dependiendo del modo de transporte, el período de concentración fuera de la residencia habitual, el rechazo del público, etc.
Es lógico pensar que si se reduce el tiempo que se pasa fuera del hogar en los desplazamientos, se pueden minimizar los trastornos y la desventaja.
Una figura emblemática del deporte mundial como Pep Guardiola introdujo los viajes-exprés en el mismo día del partido, algo que no era habitual hasta entonces en el FC Barcelona.
Así, sus jugadores podían dormir con sus familias, no tenían que comer demasiadas veces fuera de casa, no se aburrían en las largas concentraciones de los hoteles y no alteraban sus biorritmos de descanso en exceso.
Al adaptar la rutina de los desplazamientos a los requerimientos específicos de los jugadores, Guardiola consiguíó limitar las alteraciones psicológicas de éstos y que el cambio de entorno no se hiciera tan pesado.
Estos cambios, a priori, sin importancia, se basan en un análísis coherente y lógico de la realidad.
Se realizan siempre desde la base de un objetivo concreto como es la maximización del rendimiento y el cuestionamiento de las anticuadas habitudes y costumbres que pueden afectar negativamente al deportista.