La articulación de la rodilla funciona eficazmente cuando la rótula está correctamente centrada en el eje cadera-tobillo. Al caminar o correr en esta posición, la rótula se desliza sin fricción entre el fémur y la tibia.
Cualquier descompensación que afecte al movimiento de la rótula provocará un desgaste articular y tendinoso y una irritación que se manifestará en forma de dolor anterior en la rodilla, es la temida crondopatía rotuliana.
Así pues, la tendinitis de la rodilla es la principal causa del mal alineamiento de las estructuras de la rodilla, que se produce cuando hay un exceso de fuerzas laterales que inciden en la semiluxación de la rótula, con el consecuente desgaste precipitado del cartílago.
El dolor referido es periarticular y se irradia tanto hacia arriba como hacia abajo de la rótula, creando procesos antiálgicos que van a desembocar en patologías por compensación.
Es frecuente que aparezcan crujidos o crepitación, con dolor o sin él, así como inestabilidad rotuliana. El dolor se agudiza al bajar escaleras o situarse en posición de cuclillas.
El cartilago articular no tiene terminaciones nerviosas, de manera que no se puede sentir dolor propio del cartilago, y tampoco llegan a él los vasos sanguíneos, con lo que se nutre exclusivamente del líquido sinovial de la articulación.
El dolor aparece en el hueso sub-condral, que si que está inervado, y sufre más desgaste degeneración y pérdida de consistencia del cartílago, que dejará de cumplir con eficacia su misión de amortiguación de impactos.
Los test exploratorios pueden ayudarnos a detectar la condropatía rotuliana. Entre los más usados, podemos destacar:
Test de Smille: Se sitúa al lesionado boca arriba y con la pierna afectada en extensión y se le pide que realice una contracción del cuádriceps. Se realiza una presión lateral sobre la rótula, con los pulgares simulando una luxación. En esta situación, se le pide al paciente que realice una flexión de rodilla, si rechaza hacer el movimiento, se considera positivo.
Aprehensión de Farbank: se realiza el mismo proceso, y se considera positivo si el paciente refiere dolor al flexionar la rodilla.
Test de Zohien: este test consiste en retener el ascenso de la rótula mientras el paciente realiza una contracción del cuádriceps. Si aparece dolor, es indicativo de problemas en los cartilagos:
Existen varios grados de afectación en función de su gravedad:
Grado 1: ablandamiento del cartílago en un área localizada ( sin rotura )
Grado 2: áreas de fibrilación o fisura
Grado 3: las fisuras llegan al hueso sub-condral
Grado 4: el cartílago desaparece y el hueso sub-condral queda expuesto y erosionado ( ya hay artrosis ) y, además, suele haber afectación de la cara opuesta del fémur.
La primera medida a tomar es el reposo preventivo, sobre todo de cualquier actividad que provoque el choque con el suelo. El hueso sub-condral sufre en cada impacto por lo que es crucial que no se siga desgastando más.
La electroterapia, crioterapia pueden ayudar a disminuir el derrame articular y el edema. Los vendajes funcionales pueden ayudar a contener la rótula y reducir el dolor durante la realización de ejercicio.
Posteriormente y en una primera fase, se realizarán ejercicios de fortalecimiento y elasticidad de la musculatura del cuádriceps y de los isquiotibiales, preferentemente en la piscina, para dotarles de una adecuada coordinación y fortaleza muscular para disminuir el roce de la rótula con las superficies articulares y cartilaginosas.
Los ejercicios de fortalecimiento de cuádriceps deben de cumplir la premisa de evitar en lo posible la fricción de la rótula con el cartílago. Para ello limitaremos en estos ejercicios la flexión de la rodilla a unos 30 grados, que son los que permiten ejecutar el movimiento sin que haya fricción en los cartílagos. Los ejercicios isométricos también son útiles al no suponer desgaste.
El entrenamiento en bicicleta es un paso previo al movimiento de la carrera.