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Los efectos del azúcar en el cerebro son especialmente llamativos. El cerebro humano disminuye su volumen en las personas con altos niveles de azúcar en sangre, aunque no sean personas mayores. El deterioro del cerebro y la demencia podrían evitarse reduciendo los alimentos ricos en azúcares simples.

Recientes investigaciones científicas en la universidad australiana de Perth asocian la pérdida de memoria con los altos niveles de azúcar en sangre, provenientes de alimentos con índice glucémico alto (dulces, pan, pastas, chocolate y derivados, y, en general, todos los productos ricos en glucosa y/o sacarosa, y elaborados con azúcar simple refinada).

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Esta pérdida de memoria no estaría pues tan relacionada- como siempre se ha creído- con el deterioro cognitivo fruto del paso del tiempo sino con los altos niveles de azúcar en sangre.

Los productos “light artificiales”, contienen un alto índice glucémico, a consecuencia de quitarles todo su contenido de grasa, por lo que pueden engordar más que su origen no desgrasado. Estos “alimentos” producirán más insulina y por tanto, mayor almacenamiento en el tejido adiposo.

Asímismo, el consumo de azúcar en altos niveles posibilita que el cuerpo elimine las reservas de calcio en mayor cantidad ya que el organismo necesita obtenerlo de los huesos y los tejidos que almacenan el calcio. Se ha comprobado que el azúcar afecta a los niveles de minerales en el organismo, incrementando la posible aparición de enfermedades tan comunes como la osteoporosis.

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Si los niveles de glucosa en sangre de una persona son muy altos, el cuerpo bombeará excesos de insulina, provocando inflamación y estrés oxidativo de manera anticipada, independientemente de la edad de la persona.

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Los niños que siguen dietas alimenticias con altos niveles de azúcares obtienen peores resultados académicos, tienen problemas de atención e hiperactividad y un bajo estado de ánimo. En estos niños, los altos niveles de azúcares provocan un aumento en la segregación de cortisol, una sustancia relacionada con el estrés y el deterioro de las células nerviosas.

Las consecuencias a largo plazo pueden ser especialmente llamativas en estos niños.

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Los alimentos ricos en antioxidantes como los granos integrales, las frutas, las verduras, el pescado, las grasas saludables tienen efectos positivos a largo plazo en el cerebro, ya que lo protegen contra el envejecimiento cerebral y el deterioro cognitivo.

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