Ante un esguince de tobillo o una torcedura, siempre surge la misma duda: ¿Qué hacer?. Es una lesión muy habitual y común pero aún así, no parece que haya un consenso claro sobre el procedimiento idóneo.
Siempre que la lesión no sea grave, es decir, fractura o fisura, se creía antiguamente que lo más recomendable era la inmovilización mediante escayola para proporcionar un reposo de aproximadamente un mes de duración durante el cual el ligamento podía regenerarse mejor.
No obstante, los efectos del movimiento suelen ser una mejor terapia para la recuperación del ligamento y del tobillo, y los efectos de una inmovilización prolongada pueden ser contraproducentes.
La inmovilización prolongada provoca una atrofia muscular y una peor cicatrización, ya que la zona dañada empieza a cicatrizarse desde el primer día, pero con la escayola, el ligamento no es capaz de detectar en qué dirección deben empezar a cicatrizarse las fibras musculares.
Al no recibir información útil sobre la dirección ligamentosa en que deben regenerarse las fibras, se produce un fallo en la recuperación, con las fibras musculares recuperándose en distintas direcciones, lo que provoca un enredo y una confusión, que provocará una pérdida de movimiento y funcionalidad en el tobillo una vez se quite la escayola, con unas fibras musculares menos flexibles, menos fuertes y con mayor tendencia a recaídas.
La cicatriz producida es de baja calidad y perdurará durante un tiempo, reduciendo la movilidad posterior, ya que el ligamento no ha recibido señales eléctricas ni información sobre su cicatrización correcta.
La articulación perderá capacidad de propiocepción a posteriori y la recuperación se alargará todavía más, ya que habrá que introducir una fase de fortalecimiento y propiocepción que se podría haber evitado sustituyendo la escayola por un vendaje funcional.
Lo mejor es pues ayudar al tobillo con la aplicación de un vendaje funcional, que permita que haya movimiento en la articulación y las fibras musculares se regeneren en la dirección correcta, de forma que no pierdan plasticidad ni tono muscular.
Con el vendaje funcional, el tobillo recibe “inputs” y señales para una cicatrización correcta, y al poder moverse, no perderá tanto tono muscular ni capacidad de propiocepción, curándose en menos tiempo y con menor probabilidad de recaídas.
El vendaje funcional, cuya principal función es la contención, evitará también mediante su restricción moderada que la lesión se cronifique o provoque una inestabilidad permanente.
Asímismo, podemos combinar el uso del vendaje funcional con el vendaje neuromuscular, que debe aplicarse antes del vendaje funcional y una vez transcurridas 24-48 horas tras el esguince para mejorar la propiocepción y también para prevenir lesiones una vez curada la lesión.
Por desgracia, la mayoría de los afectados por alguna distensión o fisura acude al médico para tratarse, quién seguramente le seguirá colocando la escayola de rigor, para aligerar pacientes y no tener que volver a chequear su caso pasados unos pocos días.